“Un tipo puede hacer cualquier cosa para ser distinto, pero hay una cosa que no puede cambiar, no puede cambiar…de pasión.”
Mi inspiración para este artículo, viene del otro lado del charco, concretamente desde Argentina. Mi admiración por el cine argentino es superlativa y si es además en la figura de Guillermo Francella…con más razón si cabe.
Eso es lo que pasa, que solemos mezclar nuestras pasiones ficticias con la cruda realidad y fracasamos en querer aplicarlas. Es en esta etapa de mi vida donde poco a poco voy a ir dejando a un lado la palabra fracaso, como aquella escena de “Naufrago” cuando Tom Hanks se despedía de Wilson mientras este se alejaba en el agua.
¿Saben una cosa?, Guillermo Francella tenía razón cuando en “El secreto de sus ojos” dijo aquello de…
“Un tipo puede cambiar de todo, de cara, de casa, de familia, de novia, de religión, de Dios, pero hay una cosa que no puede cambiar. No puede cambiar…de PASIÓN”
La pasión en aquello que hacemos es lo que nos diferencia de los que por obligación desempeñan la misma labor. Podemos definirla como un sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, pero lo cierto es que bien direccionada la pasión y con la dosis necesaria de persistencia, el acabado de un trabajo pasará de ser bueno a ser excelente.
Por lo general la artesanía es lo que más dosis de pasión lleva implícita, no se mide en tiempo ni atiende a ordenes, por eso no tiene precio, pero si da valor, justo el que cada uno crea que tiene por su significado emocional.
En la lucha de precio y valor, el segundo siempre prevalece, el valor lo da la pasión y esta nace de nuestro ego y nuestras habilidades bien administradas. El exceso de pasión se convierte en obsesión y por ahí es donde caen muchos. Por todo esto, huyo de todo lo que no lleve consigo pasión y valores, no todo es dinero ni vale todo por el éxito si este no lleva el reconocimiento de las demás.
Muchos emprendedores que lamentablemente ya no ejercen como empresarios, desearían volver a sentir la pasión por un negocio, darían lo que fuera.
De ahí mi debilidad y mi sensibilidad con quienes han caído y quieren volver a sentir la pasión por emprender, esa es la gran asignatura pendiente de nuestro país hacia quienes lo intentaron y ahora tienen un desierto como premio a su valor. Nada es comparable al regusto de vivir de lo que uno produce para sí y para los suyos, para eso hay que recorrer un duro camino lleno de obstáculos.
Poner pasión a todo en la vida es lo que te hace ser una persona plena, es un ingrediente esencial para el buen fin de las cosas. Pero voy a más, un responsable que imprime pasión a su trabajo termina contagiando al grupo de ese entusiasmo y da valor a su figura como líder, y añado, esa actitud traspasa la barrera psicológica del deber y la obligación.
Cuando compartes pasión por lo que haces, logras que los demás compartan y hagan suyo el mismo objetivo, aunque sea un ambiente multidisciplinar. Pasión y espacio de crecimiento, cuanta más libertad des, más responsabilidad adquirirá de forma voluntaria y eso tiene un nombre…FIDELIDAD.
Cuantas veces hemos oído eso de…”En los negocios no hay sentimiento”, pues en la era en la que nos estamos adentrando, los sentimientos van a decir mucho acerca de tu empresa y de tu manera de gestionarla. Hemos pasado por una pandemia que nos ha aislado y que nos ha hecho ver de la necesidad de tener vida en el trabajo.
Por eso, algo tan necesario como generar pasión en el trabado es ahora más que nunca un deber, entre otras cosas porque es lo que te va a asegurar una vida empresarial longeva. Los tiempos han cambiado y toca establecer un entorno laboral donde el entusiasmo de grupo sea la regla de oro como organización de grupo. Es así, el nuevo estatus laboral hace que se vaya eliminando la jerarquía piramidal, de esa manera se da entrada a la asociativa. Con lo que para lograr un equilibrio en el que todo sea tenido en cuenta venga de quien venga, la pasión por lo que haces se antoja primordial.
Contagia pasión y recibirás compromiso.