
“Nuestro propósito es que la gente mayor tenga una vida plena, en su propio hogar, en la última etapa de su vida”
La salud es lo primero. De eso nos hemos dado cuenta más si cabe en la pandemia, pero es algo que siempre ha estado ahí y con la que sin ella no se va a ninguna parte. Algo fundamental en nuestro día a día por lo que hay que apostar. El salmantino, con corazón asturiano, David González lo sabe bien y se centró en este ámbito como modo de vida. Concretamente, de manera indirecta, le movieron sus abuelos a montar su empresa dedicada al bienestar. Es el mejor legado que le podían dejar: el alma emprendedora de su abuelo y la inquietud por la actualidad y conocer lo que nos rodea de su abuela. Cuando trabajaba en grandes consultoras y volvía a casa de madrugada, era ella quien le ponía al día. Para David han sido su pilar: aparte de ser como unos segundos padres, fueron sus primeros clientes. De un proyecto de una servilleta en un restaurante de Barcelona a ser cinco socios o ‘mentes pensantes’ aparte de él. Eso sí, el fundador quiere “desmitificar el emprendimiento”, ya que “lo normal es fracasar”, sobre todo al principio. No todo es bonito, aunque acabe saliendo bien. Lo importante, matiza, es meterse “si se cree en ello, no para ganar dinero de primeras”. Además, recalca: “lo bueno de ello es generar impacto y aportar valor a la sociedad, marcando la diferencia”.
Tiempo para parar a pensar y centrarse en uno mismo
David ha trabajado en grandes consultoras y empresas como Deloitte Consulting, Bain & Company o Barclays Bank. Pero llegó un punto en que quería parar ese ritmo vertiginoso y crear algo con alma, con conciencia social. Sus abuelos se hacían mayores y fue lo que le motivó a impulsar Depencare, “el servicio más completo y a medida de cuidado a domicilio”, eso sí, adaptado a nuestros tiempos y con un equipo que aporta valor, que está comprometido con su filosofía y quiera quedarse a largo plazo.
ENISA para invertir en cuidadores
En plena pandemia, Depencare cerró una ronda y le concedieron un ENISA, el “venture capital del estado, una entidad que apuesta por proyectos de alto potencial de crecimiento y con capacidad tecnológica, para ayudarles en una financiación participativa. Lo bueno es que te dan un sello de calidad”, tras el exhaustivo análisis de la compañía.
David explica con pasión su proyecto, durante la conversación: “Tener alma de startup, aunque no lo seas ya, permite hacer las cosas adaptadas y cuidando todo detalle, lo que a grandes empresas le llevaría muchísimo tiempo”. A pesar del mimo y dedicación que le pone, insiste que las rondas han sido fundamentales para crear un potente CRM, al dar su servicio de manera online, y apostar por el marketing, como herramienta para dar a conocer su marca.
La salud es lo primero. De eso nos hemos dado cuenta más si cabe en la pandemia, pero es algo que siempre ha estado ahí y con la que sin ella no se va a ninguna parte. Algo fundamental en nuestro día a día por lo que hay que apostar. El salmantino, con corazón asturiano, David González lo sabe bien y se centró en este ámbito como modo de vida. Concretamente, de manera indirecta, le movieron sus abuelos a montar su empresa dedicada al bienestar. Es el mejor legado que le podían dejar: el alma emprendedora de su abuelo y la inquietud por la actualidad y conocer lo que nos rodea de su abuela. Cuando trabajaba en grandes consultoras y volvía a casa de madrugada, era ella quien le ponía al día. Para David han sido su pilar: aparte de ser como unos segundos padres, fueron sus primeros clientes. De un proyecto de una servilleta en un restaurante de Barcelona a ser cinco socios o ‘mentes pensantes’ aparte de él. Eso sí, el fundador quiere “desmitificar el emprendimiento”, ya que “lo normal es fracasar”, sobre todo al principio. No todo es bonito, aunque acabe saliendo bien. Lo importante, matiza, es meterse “si se cree en ello, no para ganar dinero de primeras”. Además, recalca: “lo bueno de ello es generar impacto y aportar valor a la sociedad, marcando la diferencia”.
Tiempo para parar a pensar y centrarse en uno mismo
David ha trabajado en grandes consultoras y empresas como Deloitte Consulting, Bain & Company o Barclays Bank. Pero llegó un punto en que quería parar ese ritmo vertiginoso y crear algo con alma, con conciencia social. Sus abuelos se hacían mayores y fue lo que le motivó a impulsar Depencare, “el servicio más completo y a medida de cuidado a domicilio”, eso sí, adaptado a nuestros tiempos y con un equipo que aporta valor, que está comprometido con su filosofía y quiera quedarse a largo plazo.
ENISA para invertir en cuidadores
En plena pandemia, Depencare cerró una ronda y le concedieron un ENISA, el “venture capital del estado, una entidad que apuesta por proyectos de alto potencial de crecimiento y con capacidad tecnológica, para ayudarles en una financiación participativa. Lo bueno es que te dan un sello de calidad”, tras el exhaustivo análisis de la compañía.
David explica con pasión su proyecto, durante la conversación: “Tener alma de startup, aunque no lo seas ya, permite hacer las cosas adaptadas y cuidando todo detalle, lo que a grandes empresas le llevaría muchísimo tiempo”. A pesar del mimo y dedicación que le pone, insiste que las rondas han sido fundamentales para crear un potente CRM, al dar su servicio de manera online, y apostar por el marketing, como herramienta para dar a conocer su marca.
El gap de algo familiar a llegar a grandes corporaciones
David quiere que la gente tenga todos los servicios que necesita en su hogar, “su reino”, para que no se desubiquen, teniendo grandes profesionales que muestren empatía, dulzura, haciendo fácil la última etapa de su vida, independientemente de la ciudad en la que estén. Que sea un 360°, tanto para nuestros mayores como para los hijos, para que puedan sentirse tranquilos a la hora de dejar en manos expertas a sus familiares y ellos puedan llevar una vida normal. Así, Depencare trabaja en dos vías: encontrar personas de confianza para cuidar de los nuestros y solucionar el papeleo y tener plan B cuando un cuidador se pone enfermo, para que nuestros mayores siempre estén atendidos a través de una serie de cuidadores seleccionados de manera óptima.
Al final, describe que, “todo empresario suele empezar en formato marketplace con un modelo B2C, al cliente final, pero, si quieres crecer de verdad, tienes que ir a un modelo B2B o B2B2C”. Y especifica: “también estamos en contacto con aseguradoras y diferentes asociaciones, que requieren nuestros servicios”.
Una app que conecta a las familias con el cuidador y con el paciente
El mundo online ha llegado también para los mayores. A través de su app, Depencare pone en contacto de manera directa a familiares y cuidadores para cualquier cosa que pueda surgir. Un reto a nivel social para crear conciencia y seamos más humanos con nuestros mayores.
Después de analizar el mercado, se dieron cuenta que en España la capacidad de residencias públicas es deficitaria para la cantidad de personas mayores que hay, y las privadas tienen un coste altísimo. Así, especifica que “cuidar a una persona en su propio hogar es más barato que una residencia privada”. Incidiendo que entre todos se puede hacer una feliz etapa a nuestros mayores sin salir de casa. “En España las familias estamos unidas y si hay que arrimar el hombro para ayudar a los nuestros, que siempre han estado ahí, nos han cuidado y ayudado a hacer lo que somos hoy en día, se suele hacer”. Y si no, David apunta que hay varias maneras de conseguirlo, como la hipoteca inversa o las ayudas a la dependencia, aunque matiza que no en todas las comunidades son iguales. “Hay un agravio comparativo gravísimo”, ha insistido, algo en lo que los políticos tendrían que ponerse manos a la obra y solucionar de manera inmediata. Así, intenta “cambiar el modelo actual para una mejor igualdad y generar más empleo”.
Empresa con impacto social siendo una Love brand
Lo que David ha querido con Depencare es crear conciencia, a través de una Love Brand, una marca que sea reconocible y que deje huella. Que, a través de valores como la empatía, el cariño y la excelencia en el servicio se haga un mundo mejor, con unas bases éticas fuertes. Él quiere conectar personas para que tengan una vida plena (cuidador – persona mayor) yendo más allá, ocupándose de sus clientes e interesándose por ellos, no solo conociendo sus patologías sino sus gustos y aficiones para reavivar esa llama perdida que en ocasiones se pierde al sentirse algo solo en el día a día. Así, recalca que, si siguiera en una consultora, esta empresa es por la que apostaría, y dar “la vuelta a la pirámide de Maslow”.
De momento, según nos desvela, no se ve con otros verticales, aunque los tiene en mente, como el de la infancia, otro sector apasionante. Primero, como buen emprendedor, quiere hacer las cosas bien y centrarse en lo que está para consolidar un proyecto de la manera más óptima posible, y seguir dando vida a este asunto. En definitiva, “todo emprendedor tiene que escribir su historia”. El suyo, dar respuesta a una demanda real de las personas mayores que ya planteaban desde el año 2016, y es que el 87% de ellas se quieren quedar en su casa, según las encuestas del IMSERSO entonces. Otro dato muy contundente, procedente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, matiza, es que “sólo el 4% de las personas que están en residencias quieren seguir ahí”. Como él mismo afirma: “un emprendedor nunca desconecta”. Todavía queda mucho por luchar.
El gap de algo familiar a llegar a grandes corporaciones
David quiere que la gente mayor tenga todos los servicios que necesita en su hogar, “su reino”, para que no se desubiquen, teniendo grandes profesionales que muestren empatía, dulzura, haciendo fácil la última etapa de su vida, independientemente de la ciudad en la que estén. Que sea un 360°, tanto para nuestros mayores como para los hijos, para que puedan sentirse tranquilos a la hora de dejar en manos expertas a sus familiares y ellos puedan llevar una vida normal. Así, Depencare trabaja en dos vías: encontrar personas de confianza para cuidar de los nuestros y solucionar el papeleo y tener plan B cuando un cuidador se pone enfermo, para que nuestros mayores siempre estén atendidos a través de una serie de cuidadores seleccionados de manera óptima.
Al final, describe que, “todo empresario suele empezar en formato marketplace con un modelo B2C, al cliente final, pero, si quieres crecer de verdad, tienes que ir a un modelo B2B o B2B2C”. Y especifica: “también estamos en contacto con aseguradoras y diferentes asociaciones, que requieren nuestros servicios”.
Una app que conecta a las familias con el cuidador y con el paciente
El mundo online ha llegado también para los mayores. A través de su app, Depencare pone en contacto de manera directa a familiares y cuidadores para cualquier cosa que pueda surgir. Un reto a nivel social para crear conciencia y seamos más humanos con nuestros mayores.
Después de analizar el mercado, se dieron cuenta que en España la capacidad de residencias públicas es deficitaria para la cantidad de personas mayores que hay, y las privadas tienen un coste altísimo. Así, especifica que “cuidar a una persona en su propio hogar es más barato que una residencia privada”. Incidiendo que entre todos se puede hacer una feliz etapa a nuestros mayores sin salir de casa. “En España las familias estamos unidas y si hay que arrimar el hombro para ayudar a los nuestros, que siempre han estado ahí, nos han cuidado y ayudado a hacer lo que somos hoy en día, se suele hacer”. Y si no, David apunta que hay varias maneras de conseguirlo, como la hipoteca inversa o las ayudas a la dependencia, aunque matiza que no en todas las comunidades son iguales. “Hay un agravio comparativo gravísimo”, ha insistido, algo en lo que los políticos tendrían que ponerse manos a la obra y solucionar de manera inmediata. Así, intenta “cambiar el modelo actual para una mejor igualdad y generar más empleo”.
Empresa con impacto social siendo una Love brand
Lo que David ha querido con Depencare es crear conciencia, a través de una Love Brand, una marca que sea reconocible y que deje huella. Que, a través de valores como la empatía, el cariño y la excelencia en el servicio se haga un mundo mejor, con unas bases éticas fuertes. Él quiere conectar personas para que tengan una vida plena (cuidador – persona mayor) yendo más allá, ocupándose de sus clientes e interesándose por ellos, no solo conociendo sus patologías sino sus gustos y aficiones para reavivar esa llama perdida que en ocasiones se pierde al sentirse algo solo en el día a día. Así, recalca que, si siguiera en una consultora, esta empresa es por la que apostaría, y dar “la vuelta a la pirámide de Maslow”.
De momento, según nos desvela, no se ve con otros verticales, aunque los tiene en mente, como el de la infancia, otro sector apasionante. Primero, como buen emprendedor, quiere hacer las cosas bien y centrarse en lo que está para consolidar un proyecto de la manera más óptima posible, y seguir dando vida a este asunto. En definitiva, “todo emprendedor tiene que escribir su historia”. El suyo, dar respuesta a una demanda real de las personas mayores que ya planteaban desde el año 2016, y es que el 87% de ellas se quieren quedar en su casa, según las encuestas del IMSERSO entonces. Otro dato muy contundente, procedente de la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, matiza, es que “sólo el 4% de las personas que están en residencias quieren seguir ahí”. Como él mismo afirma: “un emprendedor nunca desconecta”. Todavía queda mucho por luchar.